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«El se apiada de los que gozan, siempre que luego se lo participemos con humildad. Si en el pecado está la penitencia, en la confesión nos salvamos, y al relatarlo volvemos a gozar; ésa es la señal de su perdón. Si el relato del pecado nos sabe calmo, o amargo, o aburrido, es que no hay perdón, entonces debemos esperar.»
Fuego en Casabindo
Héctor Tizón
Alfaguara, 2011