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Fragmento de Louis Lambert (1832) | La comedia humana
¿No ha encontrado muchas veces placer el estudiante al buscar sentido probable de un sustantivo desconocido?
—A menudo— me decía él, hablando de sus lecturas— he realizado deliciosos viajes, embarcado en una palabra por los abismos de lo pasado, como el insecto posado sobre cualquier brizna de hierba que flota a gusto de la corriente. Habiendo partido de Grecia, yo llegaba a Roma y atravesaba la extensión de las edades modernas. ¿Qué hermoso libro se podría escribir contando la vida y las aventuras de una palabra! Sin duda, ésta ha recibido diversas impresiones de los sucesos a los cuales ha servido; según los lugares, ha despertado ideas diferentes; pero ¿no es más notable aún considerarlas en el triple aspecto del alma, del cuerpo y del movimiento? Al observarla, habiendo hecho abstracción de sus funciones, de sus efectos y de sus actos, ¿no es probable caer en un océano de reflexiones? La mayoría de las palabras ¿no están teñidas de las ideas que representan exteriormente? ¿A qué genio se deben? Sí hace falta una gran inteligencia para crear una palabra, ¿qué edad tiene, pues, la palabra humana: La reunión de letras, sus formas, la figura que dan a una palabra, dibujan exactamente, siguiendo el carácter de cada pueblo, seres desconocidos cuyo recuerdo está en nosotros. ¿Quién nos explicará filosóficamente la transición de la sensación al pensamiento, del pensamiento a la palabra, de la palabra a su expresión jeroglífica, de los jeroglíficos al alfabeto y del alfabeto a la elocuencia escrita, cuya belleza reside en una sucesión de imágenes clasificada por los retóricos, y que son como los jeroglíficos del pensamiento? La antigua pintura de las ideas humanas configuradas por las formas zoológicas ¿no habrá determinado los primeros signos de los que se ha servido Oriente para escribir sus lenguas? Luego, ¿no habrá dejado tradicionalmente algunos vestigios en nuestras lenguas modernas, que todas se han repartido los restos de la palabra primitiva de las naciones, palabras majestuosa y solemne, majestuosidad y solemnidad que decrecen a medida que envejecen las sociedades; cuyas resonancias tan sonoras en la Biblia hebrea y tal bellas aún en Grecia, se debilitan a través de los progresos de nuestras civilizaciones sucesivas? ¿Es a este antiguo espíritu que debemos los misterios escondidos en toda la palabra humana? ¿no se nota en el sonido breve que exige una vaga imagen de la casta desnudez, de la simplicidad de la verdad en todas las cosas? Estas dos sílabas respiran no sé qué frescura. He tomado como ejemplo la fórmula de una idea abstracta, no queriendo explicar el problema con una palabra que lo hiciese demasiado fácil de comprender, como el de VUELO, donde todo habla a los sentidos. ¿No ocurre así con cada verbo? Todos tienen impreso un viviente poderío que sacan del alma y que restituyen por los misterios de una acción y de una reacción maravillosa entre la palabra y el pensamiento. Sólo por su fisonomía las palabras reaniman en nuestro cerebro las criaturas a las cuales sirven de ropaje. Parecidas a todos los seres, no tienen sino lugar donde sus propiedades pueden actuar plenamente y desarrollarse. ¡Pero este asunto importa quizás una ciencia entera!
La palabra no tiene nada de absoluta: nosotros actuamos sobre la palabra más que ella sobre nosotros; su fuerza está en razón de las imágenes que hemos adquirido y que agrupamos en ella.
La imagen destacada corresponde a una fotografía de la callecita que da a los fondos de la casa de Balzac en París.
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Descubrí este texto gracias a Daniela Azulay, quien a su vez lo redescubrió en su visita a La Cuentería para Tinkuy encuentro con libros.
La entrevista y el texto los podés escuchar por aquí en el programa de radio de Tinkuy, emisión Nº 199
Fotografía: Tinkuy
Honorato de Balzac (1799 -1850), novelista francés. En su famosa e inmensa obra “La comedia humana”, que abarca numerosos títulos, el autor revive, transformado por su genio, toda la sociedad de comienzos del siglo XIX. A “Luis Lambert” corresponden la página transcripta.